¡EL CORONAVIRUS LO
INVADE TODO!
En estos momentos la
pandemia del coronavirus está omnipresente en nuestras vidas las 24 horas del
día. Desgracias como esta ponen a prueba la fortaleza de las naciones, de los
continentes, y en general de esta aldea globalizada que llamamos Tierra. Son
momentos que nos ponen de forma brutal de cara a la realidad, y nos hacen
reflexionar sobre las “verdades” que en nuestra existencia cotidiana habíamos
asumido como inamovibles. Son tiempos de tribulaciones, que nos dan un cruel
baño de realidad, que ponen el contador
a cero en muchas cuestiones, y nos hacen reflexionar sobre la fragilidad humana
y lo relativo de las “verdades absolutas” que normalmente rigen nuestras vidas.
Son situaciones que hacen aflorar lo mejor y lo peor que llevamos dentro de
nosotros como especie.
La Humanidad ha sufrido
pandemias durante toda su larga evolución física y cultural. Las hemos superado
con ayuda de la propia Naturaleza, de los remedios naturales que nuestra
capacidad de observación y el empirismo fueron considerando como benignos, y
muy a menudo echando mano de la Religión, que nos daba mayor tranquilidad y una
coherencia a nuestra Cosmogonía, en cada momento y cultura. Los antiguos
“brujos”, “chamanes”, y similares fueron depositarios del conocimiento de los
viejos “sabios”, en pro del colectivo. Con el tiempo sus funciones fueron
divergiendo en dos vías diferentes, una hacia la Religión y otra hacia la
Ciencia, depositaria de los conocimientos adquiridos. Una de las ramas de la
Ciencia, la que cuida de nuestra salud colectiva e individual, está presente
hoy en una avanzada y especializada Medicina.
En estos días, los
profesionales de la Medicina están en primera línea de la batalla contra la
pandemia del coronavirus, luchando denodadamente contra el microscópico
enemigo, y hemos de reconocer que los demás estamentos de la Sociedad les están
arropando y reconociendo su heroico esfuerzo, agradeciéndoles con aplausos en
los balcones nuestro agradecimiento. Pero hay que señalar igualmente la gran
concienciación de la Sociedad española, que se ha visto sorprendida por este
diminuto enemigo, que ha alterado radicalmente la vida cotidiana. Los espacios vacíos dan buena fe de ello. Son momentos que liman diferencias y ponen al
colectivo a empujar en la misma dirección, en esta batalla peculiar que nos
afecta a todos. Es la parte positiva de esta grave situación, cuando emerge lo
mejor y más solidario de nosotros mismos. Con ello nos quedamos, porque es
nuestra fuerza y esperanza. Obviaremos lo peor e insolidario de esta sociedad,
que ya se encargarán otros de señalar para reivindicar sus particulares y
egoístas intereses. Siempre sucede.
Hoy queremos quedarnos
con lo mejor que nos muestran estas situaciones dramáticas: la conciencia
generosa de la ciudadanía.
Queremos compartirlo en
estas difíciles horas, plasmándolo simbólicamente en el “chamán” neolítico de
La Araña, grabado en un presente mortuorio del Abrigo 6 del Complejo del Humo..
Yacimientos Arqueológicos de La Araña.
18-3-2020.
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