Bochorno internacional en las
cuevas de La Araña
Málaga es una de las pocas ciudades europeas
con unos políticos que permiten que un yacimiento protegido sea en realidad un
parque temático de la escalada
Alfonso Vázquez 08.01.2014 | 05:00
Imagínense el bochorno que supondría para la comunidad
internacional que el yacimiento de Atapuerca se convirtiera en terreno de
prácticas de escaladores domingueros. Esta hipótesis, digna de un especial de
Los Morancos, es la que desde hace años podemos encontrar convertida en
realidad a la salida de Málaga, en el yacimiento arqueológico de La Araña , uno de los pocos
rincones del planeta ocupado de forma permanente durante el último medio millón
de años: desde los neandertales hasta nuestros días, aunque ahora percibamos un
leve retroceso evolutivo, en forma de deportistas que hacen caso omiso de las leyes
y que tienen la sensibilidad arqueológica de un yunque.
El autor de estas líneas ha podido comprobar en más de una
ocasión los estragos que un hobby como la escalada pueden causar en un
yacimiento que además de estar incluido en el catálogo de protección
arqueológica del Ayuntamiento, desde hace casi un año ha sido declarado Bien de
Interés Cultural por la Junta.
Las plantas endémicas de esa zona están desapareciendo con
más rapidez que el Mar Rojo ante Charlton Heston vestido de Moisés porque
estorba al avance de los escaladores, mientras las cuevas aparecen acribilladas
por cientos de vías metálicas clavadas en las rocas, que tampoco se libran de
pintadas.
Pero quizás lo más humillante de este parque temático de
la escalada sea el campo minado de cacas, obsequio de unos deportistas que
tienen la (errónea) sensación de estar en pleno campo, cuando escalan en un
recinto al que no pueden entrar salvo con permiso de la Junta de Andalucía... y está
por ver que la administración autonómica les deje seguir haciendo agujeros en
un BIC. ¿Acaso está permitido escalar un BIC como la Catedral de Málaga? La
misma barbaridad es.
Al pasotismo de los escaladores hay que sumar el cuajo
administrativo y la dificultad generalizada de nuestros políticos para apreciar
todo lo que tenga que ver con la
Prehistoria (les ocurre lo mismo con el patrimonio
industrial) lo que quizás explique la lentitud a la hora de tomar medidas.
La mayoría de nuestros representantes necesita de hechos
rotundos para caer en la cuenta de que hay que proteger un pasado milenario. A
un político malagueño hay que darle, por ejemplo, una fortaleza árabe, una
muralla fenicia o un teatro romano para que sea consciente de la importancia
arqueológica del objeto y se ponga manos a la obra.
Por contra, una cueva con pinturas rupestres en la
oscuridad más absoluta, puntas de flecha y minúsculos huesos del metatarso no
le despierta tanto entusiasmo.
Y sin embargo, para acabar con esta situación bochornosa,
que deja a Málaga y Andalucía en evidencia, habría que tomar medidas cuando
antes. Para empezar, colocar una verja de entrada y vigilancia y en segundo
lugar, advertir seriamente a los escaladores de que igual que no se puede
escalar el edificio del Ayuntamiento o el acueducto de San Telmo tampoco se
pueden escalar los yacimientos de la
Araña. 2014 es un buen año para que nuestros políticos acaben
con este incomprensible choteo a un patrimonio cultural de interés mundial.
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