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MÁLAGA
La Araña teje su propia historia
El yacimiento afronta una
de sus investigaciones más ambiciosas: poner en orden el relato de los
sucesivos asentamientos, desde el Neandertal a la Edad del Cobre
27.08.13 - 01:29 -
ANA PÉREZ-BRYAN | MÁLAGA
¿Se
imagina un libro, escrito en las entrañas de la tierra y a lo largo de miles de
años, que fuera capaz de poner en orden a los ojos del hombre moderno los
detalles de esa historia desconocida pero vital para avanzar en el origen de la
especie? Es el sueño de los arqueólogos, que acarician el trabajo en estas
joyas en forma de yacimiento pero de las que apenas existen un puñado de
referencias en Europa. En Málaga, por ejemplo, hay excavaciones de cierta
importancia en Paleolítico Superior (Nerja), Neandertal (Zafarraya) y otras
etapas de la Prehistoria
en Ardales o en el Bajondillo (Torremolinos), pero el relato cronológico de la
evolución humana en un mismo espacio roza la categoría de lo inédito. Al menos
por el momento, porque en el yacimiento de La Araña sí existe ese espacio ideal en el que poder
contar la historia ordenada a través de los restos y de los sedimentos
acumulados durante miles de años.
«Cuando
salga a la luz será un hito». Lo advierte con la solemnidad del que se sabe
ante un descubrimiento de primer orden Julián Ramos, el arqueólogo responsable
de los trabajos en el yacimiento, por cuyos límites pasan a diario miles de
coches. Quizás, en el trasiego cotidiano, muchos no reparen en este pequeño
rincón de la historia que se alza justo al lado de la Fábrica del Cemento, pero
las excavaciones en La Araña
aún tienen mucha tela por tejer. O capítulos por escribir, según se mire. El
próximo está a las puertas, y en él medio centenar de especialistas de todas
las áreas (arqueólogos, geólogos, antropólogos e incluso estudiantes) sacarán a
la luz el devenir de la evolución humana con un margen de error cronológico
casi nulo, un dato importante si se tiene en cuenta que con la perspectiva de
miles de años es posible que, a veces, bailen unos cientos.
En
concreto, el equipo que dirige Ramos se dispone a poner el foco sobre la
extraordinaria vitalidad de un enclave que el especialista califica de «ideal»
para las diferentes colonias de pobladores. Porque antes de que aficionados a
la escalada y excursionistas más o menos cuidadosos ocuparan parte de esta zona
limítrofe con el Arroyo Totalán, sus antepasados ya supieron valorar las
bondades de esta parte del litoral mediterráneo. En primer lugar, por el clima,
con unas condiciones ideales de vida «que no les obligaban a abandonar los
asentamientos en caso de glaciación, como sí ocurría en Centroeuropa» –observa
Ramos–; en segundo lugar por la abundancia de recursos, tanto en caza como en
pesca y, por último, por la confortabilidad general de un hábitat que además
escondía grandes cantidades de sílex, el material base para las herramientas.
Todas
estas condiciones se mantuvieron, según la hipótesis de los responsables del
yacimiento, desde la Edad
del Cobre (3.500 años antes de Cristo) hasta los preneandertales (hace medio
millón de años). Aunque también fue habitada por medievales y romanos –hay
restos que así lo atestiguan–, el grueso de la investigación que a medio plazo
devolverá la vida a esta inmensa cápsula del tiempo está centrada a la Prehistoria. Ahí ,
una vez que se inicien las excavaciones en el flanco Este del Complejo del Humo
(uno de los seis del yacimiento y el más rico de todos), los especialistas
comenzarán a desmadejar los datos que ocultan cada una de las capas de
sedimentos. «Las más bajas se corresponden a los pueblos más antiguos, y las
más altas, a los más recientes», aclara Ramos, convencido de que esa ladera del
yacimiento esconde más de un tesoro, sobre todo en las cuevas superiores, donde
los primeros pobladores de este espacio enterraban a sus muertos.
Todo
por excavar
La
zona más oriental del complejo arqueológico sólo fue excavada en 1982, cuando
se construyó la autovía, y los trabajos se limitaron a estudios de urgencia que
garantizaran que las obras no dañarían nada importante. Ahora, tres décadas
después, empieza una de las investigaciones más ambiciosas del yacimiento, que
podría prolongarse hasta seis años (renovables). Baste destacar que centros
especializados de media Europa siguen con extraordinario interés los detalles
del proyecto, que una vez redactado afronta un periplo mucho menos romántico
que el del trabajo a pie de veta: los permisos administrativos y la
financiación. En ambos casos la respuesta depende de la Junta de Andalucía. Los
primeros están casi garantizados, pero el asunto de la partida presupuestaria
es un hueso tan duro de roer como los que Ramos lleva años desenterrando de las
cuevas de La Araña. Aun
así, el director de las excavaciones está dispuesto a reducir al mínimo el
capítulo de gastos y asumir el reto de la mano de un equipo de especialistas y
voluntarios que, como él, no quieren cerrar este libro de la historia sin haber
escrito hasta la última página.
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