En una de las zonas más recónditas de la Cueva del Humo (A-3) a la
que se accede tras un largo y tortuoso recorrido lleno de fatigas, accedemos a
una sala en la que, para nuestra sorpresa, encontramos este cabo de vela a
medio carbonatar. En la misma sala pudimos ver, grabado en la pared de roca y
casi borrado por el tiempo, unas iniciales junto al año 1916. Sobrecoge
imaginar a aquellos primeros espeleólogos adentrarse en lo más profundo de la
cueva sin apenas equipo y alumbrados por una humilde vela. Reconocemos desde
aquí su pereza y valentía.
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