LOS MENSAJES AÑADIDOS EN LOS
OBJETOS ARQUEOLÓGICOS
Los objetos arqueológicos son
piezas importantísimas para la reconstrucción del pasado de la Humanidad, y se
tornan especialmente fundamentales en la Prehistoria, ese largo periodo que
ocupa el 99,99 % de nuestro paso por el planeta Tierra. Tienen la fuerza que
transmiten los objetos que utilizaron nuestros antepasados a través de los
milenios. Por eso es tan importante hacer una lectura correcta de su contexto, naturaleza
y morfología, que facilite la mejor interpretación posible para acercarnos a su
significado real, y arrancarles el mensaje que guardan, como celosos testigos
del pasado. A veces llegan a nosotros completos, y nos facilitan las cosas, y más
a menudo rotos e incompletos, por lo que la reconstrucción es una tarea
importante, para poder hacer una lectura correcta, y sacar el máximo jugo a la
información que atesoran. Otras veces están envueltos en duras concreciones sedimentarias o de espeleotemas, que es
necesario eliminar, para poder ver con claridad el objeto que aprisionan. En esta labor de limpieza es donde se suelen
cometer los mayores errores, a la hora del tratamiento de los objetos
arqueológicos ¡Cuidado con pasarse en la limpieza y en la reconstrucción! No se
trata de dejar el objeto como nuevo, ni inventarnos nada en el intento de
reconstruirle. Los objetos tienen además un plus que les da mayor valor a la
hora de estudiarlos. Coloraciones, pátinas, adherencias, carbonataciones,
huellas erosivas, etc., son aspectos que nos aportan datos, insinuando
antigüedades, los sedimentos en que han estado sumergidos, o los vaivenes que
la erosión o el medioambiente han dejado en el objeto. Son los mensajes
añadidos que pueden observarse en los restos que pasan por las manos del
arqueólogo, procedentes de las excavaciones. Como norma, lo mejor es realizar la mínima
limpieza posible hasta conseguir una lectura del objeto. No importa que queden
restos de concreciones o adherencias sobre su superficie, si no dificultan su lectura
y plena compresión.
Hoy mostramos un ejemplo práctico,
sobre una pulsera neolítica encontrada en La Araña, en la mítica cueva de Hoyo
de la Mina, que fue depositada como parte del ajuar de un muerto, y después fue
cubierta por una costra estalagmitica a lo largo de miles de años. El
arqueólogo pudo hacer una lectura correcta del objeto, sin necesidad de eliminar
totalmente la costra que la cubría, que aportó una gran información en el tipo de
rito, y las características del espacio de inhumación. Mostró (junto con los demás restos) que el
cadáver no fue enterrado, sino depositado sobre el suelo de la cueva, debajo
de estalactitas, que con sus goteos
fueron cubriendo a cadáveres y ajuares
con capas de calcita. Too un mensaje que no hay que desdeñar.
Yacimientos Arqueológicos de La
Araña.
5-8-2018