COMO SE ILUMINABAN NUESTROS
ANTEPASADOS PREHISTÓRICOS EN LAS CUEVAS
La iluminación de nuestros
hábitats ha sido un asunto importante para la Humanidad desde la Prehistoria,
incluso desde los lejanos tiempos del Paleolítico Inferior, al menos desde la
etapa de los preneandertales, que ya sabemos que utilizaban el fuego, aunque
desconocemos si sabían producirlo - que es posible que no lo supieran - aunque
sabían conservarlo. Un buen ejemplo para reflexionar sobre este tema en esta
época lo tenemos en uno de los yacimientos andaluces, que está llamado a ser
uno de los punteros de la Península Ibérica. En La Araña están documentados
sistemas de iluminación en varias de las épocas, desde el Paleolítico al Neolítico, y la verdad es que se apañaban bastante bien. Tenían varios
sistemas, que se perpetúan durante larguísimos milenios, lo cual demuestran su
eficacia. El mas primario de todos serian los hogares que tan profusamente encendían
el los abrigos y a la entrada de las cuevas, desde la época de los
neandertales, que ya sabían producir fuego, aunque desconocemos como. Estas
lumbres iluminarían la noche de nuestros ancestrales predecesores, y seguiría
siendo así durante las etapas siguientes, cuando llegamos nosotros, los
orgullosos cromañones. ¿Pero cómo se las apañaban cuando querían adentrarse en
las profundidades de las cuevas, completamente oscuras, lejos del resplandor
del hogar? Lo tenían bien resuelto por varios sistemas. Uno de ellos eran las
antorchas, que en nada se parecían a las que vemos en las películas. Una simple
rama de pino con unas pinas secas se convertía en una magnifica fuente e luz,
para adentrarse en la oscuridad. A veces rozaban sin querer con los techos e
las cavernas, dejando marcas de carbón o e fuego. Otras veces utilizaban o
realizaban un pequeño hoyo, donde ponían grasa y una mecha vegetal para que ardiera,
convirtiéndose en una lámpara fija, que iluminaba su entorno o un paso
peligroso. Siempre en estos pequeños hoyos aparecen pequeñas porciones de carbón,
fruto de la combustión de las mechas. En ocasiones las lámparas eran simples
conchas, que servían como recipiente para la grasa, convirtiéndose en lámparas
portátiles, que podían llevar en la mano, para iluminar las tinieblas. Las
mechas iban ennegreciendo los bordes de las conchas, que si habían sido usadas
profusamente terminaban completamente ennegrecidos. A menudo estas lámparas
portátiles se dejaban sobre una hornacina natural, ennegreciendo el techo de la
oquedad. En Las Cuevas e La Araña tenemos buenas muestras e estos sistemas, que
contribuyeron a romper la negrura de las cuevas a nuestros antepasados.
Hoy compartimos parte de una
concha, una ostra, con los bores ennegrecidos, que sirvió para iluminar a
nuestros ancestros.
Deseamos que os guste.
Yacimientos Arqueológicos de La
Araña.
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