El color es un elemento
importante en la Naturaleza, y a menudo desempeña un papel importante en el
desarrollo de la propia vida. De él se visten infinidad de plantas para atraer
a los insectos polinizadores. En el mundo de los animales también es
importante, bien como elemento de atracción sexual que ayude a la elección del
progenitor/a, bien como elemento mimético que contribuya a defenderse de los depredadores,
o como aviso de caminantes de potenciales peligros. Entre los humanos también
el color ha desempeñado un factor importante como elemento de artificio, desde
las remotas épocas prehistóricas, con importancia en muchos de nuestros campos
que han contribuido al desarrollo de nuestras vidas. Es posible que el uso más
antiguo estuviera asociado a prácticas sanitarias (por el poder protector que
tienen algunos óxidos sobre nuestra piel), para después pasar a ser un elemento
distintivo entre grupos, y poco a poco pasar a ser parte de nuestros mensajes
visuales, y mucho más tarde convertirse en un elemento estético, que es quizás
la cualidad que en la actualidad más apreciamos. Pero hasta este punto, el
color como elemento de artificio ha recorrido un largo camino con nosotros, los
humanos.
En La Araña lo tenemos
atestiguado desde la época de los neandertales, que ya trituraron algunos
óxidos, que mancharon algunas de sus herramientas y restos de conchas, aunque
ignoramos cual fue su uso exacto. Estas escasas primeras evidencias de los
comienzos de su uso, se multiplican abrumadoramente cuando llegamos nosotros,
los cromañones, y lo convertimos en un elemento omnipresente, prácticamente en
todas nuestras etapas culturales, desde las primeras a las últimas de la
prehistoria de La Araña. Sus evidencias se han conservado en varios campos y
formatos, desde pinturas rupestres en sus cuevas, manchas en paredes y suelos,
decoración de vasijas, o los molinos y moletas con los que trituraron los
minerales, para mezclarlos con agua y hacer sus pinturas. Otras veces se han quedado
como posos en las conchas que utilizaron como recipientes para las pinturas, o
lo que es lo mismo: la paleta del prehistórico pintor.
Hoy queremos compartir uno de los
cantos rodados que formaron parte de la manipulación de la pintura. Primero fue
utilizado como yunque, actividad que dejó sobre su superficie numerosas marcas,
y después como moleta de los óxidos rojos, que manchó su superficie de color.
Cantos como este han aparecido desde los momentos más antiguos de nuestra
cultura, hasta las postrimerías del Cobre o Calcolítico. El color y su
manipulación se habían convertido en componentes habituales entre nuestras
señas de identidad. Deseamos que os guste este canto manchado de almagra,
procedente de la Zona Baja del Abrigo 6 del Complejo del Humo. A nosotros nos
produce una gran emoción pensar que este canto estuvo en las manos de una
persona, que con toda delicadeza fabricó el colorante que iba a utilizar para
alguna de sus muchas aplicaciones.
Yacimientos Arqueológicos de La
Araña.
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